EL BIERZO, BAJO LA “INDIGENCIA” SANITARIA

Aprieta la canícula y los servicios públicos se aprestan a funcionar, “en una reducida expresión”, durante el próximo mes largo. Además, en esta temporada esta circunstancia se va a evidenciar aún más. Los portavoces gubernamentales, muy preocupados ellos por no salirse de la senda de los compromisos de déficit, nos amenazan: a partir de pasado mañana, 20 de julio, solamente se atenderán los gastos normales previstos. Y confían en que, con la retención de unos 6.000 millones de euros “a cuenta” del Impuesto de Sociedades, nos convirtamos en los alumnos más aventajados y obedientes de la Unión Europea.

Ello repercute, sin duda, en el deterioro e intentos de privatización de todo lo que afecte al “Estado del bienestar”. Hasta incluso U. G. T. denunció que, en una consulta de enfermería del Hospital de El Bierzo, la compañía Linde Healthcare trataba de “hacer su agosto”, al margen de la especialidad de neumología y con un listado protegido de pacientes aquejados por problemas respiratorios. Lógicamente, cuando se presentan deficiencias diversas en la atención y asistencia universales a los enfermos del sistema público, se abre inmediatamente la espita del negocio privado, dividiendo a la ciudadanía entre pudientes (que se derivan hacia los centros privados) y los “expulsados” del sacrosanto derecho a la salud.

Pero la estrategia continúa de una forma indisimulada. A mediados del presente mes, se han clausurado (por falta de demanda) 36 camas hospitalarias del ala B de la Planta 1ª. Parece que los usuarios (mayores y/o con patologías crónicas) sufren una ostensible mejora por estas fechas, lo que es rigurosamente falso. Por ello se ha creado la Plataforma por la Sanidad Pública del Bierzo y Laciana, cuya primera manifestación o muestra de disconformidad se ha producido hace unos tres días.

Quizá uno de los indicadores de calidad más relevantes, a la hora de medir la satisfacción de los usuarios de la sanidad, sea el tiempo de espera para una intervención quirúrgica. Los datos son absolutamente negativos e intolerables respecto a nuestro ámbito comarcal: 3.566 personas se hallaban en esta situación, con un período medio de espera de 135 días. Comparativamente, tras la aprobación del Programa Perycles 2015–19 de reducción del intervalo aguardando una operación, exclusivamente los Hospitales de Salamanca y El Bierzo incrementaron estas cifras o registros de carencias, conforme a las estadísticas anteriores (4º trimestre de 2015).

El Consejero de Sanidad, Antonio M.ª Sáez Aguado, pretexta una serie de argumentos increíbles: algún desajuste en ciertas áreas, las coyunturas y otras disculpas fácilmente solucionables,… Y, en el colmo de las excusas de “mal pagador”, promete que – tras denegar la instalación y dispensación de los tratamientos radioterápicos en Oncología – que ningún afectado (trasladado a la capital provincial) empleará un tiempo superior a 4 horas entre desplazamiento y tratamiento. En algunos casos, resultando materialmente imposible. Por otra parte, ya está fuera de uso y funcionamiento el magnificado – por el Senador Rodríguez-Hevia – FibroScan, que determinaba el grado de fibrosidad y también la mayor o menor rigidez del hígado.

El nuevo Gerente, el murciano José A. Visedo, expresa su predisposición a integrar y conexionar efectivamente la Atención Primaria con la Hospitalaria. Este deseo, más allá de loable y plausible, es conveniente y hasta imprescindible. Mas su decisión de disminuir las plazas de ingresos hospitalarios es absurda y un sinsentido. Si los últimos números indican que las listas de espera quirúrgicas – en su conjunto – se han disparado por encima de un 10%, en el trienio precedente el porcentaje es indignante: el 30%. Otra táctica aplicada al objeto de buscar excusas la utiliza este gestor: la necesidad de conseguir tres urólogos como única explicación y, tal vez, también un traumatólogo y un oftalmólogo (de momento, no). A pesar de todo, la verdad y la tozuda realidad se impone y patentiza pues existe una urgencia en racionalizar y normalizar los términos razonables de fijación (en el calendario) para las intervenciones en las especialidades general, de oftalmología, traumatología, neurocirugía y del aparato digestivo, entre otras.

¿Qué subyace detrás de todo lo comentado? Pues sencillamente una marginación de nuestro territorio y un agravio comparativo adicional. El anterior Gerente rigió los destinos del Área Hospitalaria berciano-lacianiega en una etapa dilatada (11 años) y no alcanzó nunca los estándares medios establecidos por la Administración; y en demasiadas ocasiones nos hemos situado “a la cola de todos los centros homónimos”, al igual que actualmente.

Conclusión:

En cuanto a la Junta castellano y leonesa, da la impresión que los pacientes se encuentran clasificados en tres categorías: la primera (en el caso de residentes en los lugares dotados de Universidad: León, Salamanca, Valladolid y Burgos), la segunda (en la que se insertan el resto de cinco cabeceras de provincia) y las demás (Miranda de Ebro, Aranda de Duero, Medina del Campo). Y la de Ponferrada representa un caso aparte y excepcional puesto que, aunque su atracción y actividad sea similar a la que se da en Soria, Segovia y Ávila, se asocia y asimila en la práctica – según comentarios y apreciaciones serias y contrastadas – a las condiciones, cartera de servicios y ofertas del Hospital de la Costa, de Burela (Lugo). Las autoridades pensarán en un sentido diametralmente opuesto, mas fallan en su concepción al no tener en cuenta ni someterse a un principio básico de cohesión europea: “los ciudadanos deben gozar de los mismos servicios, derechos, prestaciones – y ser sujetos de obligaciones semejantes – en cualquier punto de la geografía continental, en el marco de la Administración territorial competente y correspondiente”.

Marcelino B. Taboada