La haltera berciana, Lidia Valentín, constituye una de las apuestas firmes de medalla olímpica.
La deportista de Camponaraya, levantadora destacada de pesas de alta categoría, cuenta actualmente con 31 años, por lo que se halla en el “cénit” de su carrera en la competición de élite. Debido a su excelente estado de forma, se muestra como una de las posibilidades ciertas de la Selección Olímpica Española a fin de obtener una presea que sirva de colofón a su admirable progresión.
La atleta, originaria de nuestra comarca, ha logrado significativos y sonados éxitos en su dilatada trayectoria, entre los que resaltan los dos Campeonatos de Europa consecutivos conquistados (2.014 y 2.015) en el apartado de menos de 75 kg. Es más, en la última de ambas ocasiones, su doble premio fue en dos tiempos y en el total olímpico. Asimismo ha participado en las dos citas olímpicas precedentes con mérito y calidad (5º puesto en la Competición de Beijing del 2.008 y una medalla de bronce – “adjudicada” finalmente – en Londres (2.012). También se colgó el bronce en los Campeonatos Mundiales de 2.013. Entre los años de 2.008 y 2.015 se convirtió en una de las habituales acreedoras a subirse en el podio: nada menos que 8 medallas ha coleccionado. Por tanto, la confianza en sus prestaciones y competitividad es evidente.
Sus mejores registros o marcas ascienden a 124 kgs. en la modalidad de arrancada y 150 kgs. en la de “dos tiempos”. Y, recientemente tras superar sus molestias en la zona dorsal de su espalda, “ha vuelto por sus fueros” otra vez. En el Preolímpico (Gran Premio de Alemania, que se disputó en los días postreros de este mes de junio) sus levantamientos “ganadores” nos hacen albergar aspiraciones: 115 kgs. en arrancada, 137 kgs. en dos tiempos, completando un global de 252 kgs.
Sin embargo, la lucha por los lugares de privilegio se adivina bastante cerrada y con varias pretendientes: la presente campeona olímpica, la kazaja Svetlana Podobedova, alguna hipotética contrincante rusa, la china Zhou Li,…
Y, sin ningún tipo de dudas, entendemos precisamente que el hecho de alcanzar nuestra dama – en una práctica minoritaria – un metal en Río se manifestaría e interpretaría “a modo de la guinda que corona la notable acumulación de esfuerzos de una mujer modélica en todos los aspectos», además del justo reconocimiento a un trabajo disciplinado y constante.
Marcelino B. Taboada