El arqueólogo Martínez Tejera sitúa en Compludo la génesis de La Tebaida
«Puedo equivocarme, pero creo que nunca se había realizado un proyecto de esta envergadura»: de esta manera, con convicción, ha presentado el Concejal de Medio Rural del Ayuntamiento de Ponferrada, Iván Alonso, los avances en la investigación arqueológica en Compludo. En el prado de la iglesia de dicha localidad berciana, un equipo dirigido por Artemio Martínez Tejera continúa desenterrando vestigios de un tiempo ligado a una pasada sociedad monacal que llegaría, según los cálculos, hasta el siglo VII d.C. y que conformaría una unidad (la llamada «Tebaida») cuya «puesta en valor» tendría como objetivo final a largo plazo el reconocimiento al más alto nivel, es decir: el de la UNESCO.
Iván Alonso, que se encargará mañana de la presentación in situ de los avances consumados, ha dicho de Martínez Tejera que es «un lujo tenerlo trabajando con nosotros» como «guionista de qué pasos hay que seguir». Ambos han explicado que el avance material de las investigaciones arqueológicas ha de ser combinado, casi trenzado, con avances burocráticos y administrativos tales como la ampliación del ámbito geográfico de la protección «BIC» («Bien de Interés Cultural»), por lo que se prepara un informe para la JCyL que podría estar listo antes de fin de año para conseguir una mayor consideración (cuantitativa -en términos de extensión- pero también cualitativa, en términos de consideración) del patrimonio del área. En este punto, tanto el político, Iván Alonso, como el técnico, Martínez Tejera, convinieron en la importancia de «armar bien la ampliación del BIC» (en el sentido de preparar un informe que sea el conato de una futura candidatura de cara a ser considerado Patrimonio de la Humanidad). En este apartado también se ha hecho hincapié en la importancia de definir una nomenclatura inequívoca, resultando la de «Tebaida Berciana» la apuesta preferida.
La histórica Tebaida es para la arqueología un «fenómeno monástico» cuya puesta en valor, explicó Artemio Martínez Tejera, tiene dos vías abiertas: primero, con las excavaciones en Compludo; y, paralelamente, con el expediente para la actualización y ampliación del BIC. En el trabajo de campo, la finca que ahora mismo es objeto de prospecciones (con georádar y otros mecanismos que alcanzan hasta los 7 metros de profundidad emitiendo y recibiendo ondas con las que se genera una prospección de lo que cabe encontrar bajo la superficie de dicho territorio) tiene 1.700 metros cuadrados. Se conoce como «Prado de la iglesia» y está en Compludo, localidad que, según Tejera, se encuentra, de acuerdo con los testimonios por los que se va guiando la investigación, rodeada por hasta 7 fincas más en las que se expandiría el Compludo arcaico. «Nos ha impactado el volumen de los restos encontrados», ha dicho Tejera sobre el proyecto que capitanea, según el cual Compludo se expande en varias fincas circundantes a la población actual. Este proyecto se encontraría en sus primeros pasos, pues no más que «hemos quitado la primera tierra», ha dicho el experimentado arqueólogo. Las perspectivas, eso sí, son enormes, puesto que hay mucho material para estudiar y analizar de ahora en adelante.
Según ha explicado Martínez Tejera, lo primero que hay que conseguir es un llamado «fósil director». Se tratará de una pieza o bien de material orgánico o bien de cerámica a la que se le puedan aplicar técnicas (como el celebérrimo «Carbono-14» o, como en el caso de las piezas de cerámica, la «termo-luminiscencia») que permitan datarla en un rango epocal determinado. Cuando los investigadores consiguen estas piezas, se dispone de una referencia temporal para cada estrato de los diferenciados por los arqueólogos. Es decir: cada «fósil director» es una llave para el conocimiento de la antigüedad de un conjunto determinado de restos adyacentes a él hallados. Hasta que estas piezas clave sean estudiadas con esas técnicas capaces de dotar de una temporalidad a las mismas (y por extensión, al conjunto de piezas de ese estrato), no se puede conocer la antigüedad exacta de lo encontrado en las excavaciones.
Martínez Tejera es optimista en este aspecto ya que cree haber encontrado un horno de cerámica que proporcionaría piezas de dicho material susceptibles de análisis cronológico. El especialista ha agradecido la colaboración de la población vecinal de Compludo, cuya participación considera fundamental para conseguir avances en estas primeras etapas.
Un informe «armado» pedirá una ampliación del BIC a la JCyL
En opinión de los encargados de la investigación, tanto el territorio debe ser aumentado como la denominación cambiada para darle «el nombre apropiado». Han calificado de «obsoleto» la protección catalogada de «paisaje pintoresco» y así también quedaría la limitación espacial. Esta ha de ampliarse, según Alonso y Martínez Tejera, para que incluya a San Clemente, Bouzas y «los Compludos». Para el arqueólogo Martínez Tejera, estas poblaciones, en particular Compludo, son el origen de la Tebaida, espacios en los que se genera este territorio. «Como investigador», ha afirmado, el origen está en Compludo «según argumentos científicos e históricos». Asimismo, se ha mostrado favorable a una «consolidar terminológicamente» la Tebaida en la opción en la que habitualmente eligen los políticos de El Bierzo.
Estas consideraciones vendrán a armar un informe que se remitirá a la JCyL, a poder ser antes de fin de año, con el que se espera que la cantidad de territorios abarcados en la protección y la calidad de la misma se mejore. Estos avances burocráticos tienen cierta premura ya que se quiere llegar a 2019 con todo preparado para celebrar los 1.100 años de consagración del monasterio de San Pedro de Montes de Valdueza, en línea con celebraciones similares realizadas por las autoridades provinciales y autonómicas con motivo de aniversarios igual de redondos de otros monumentos y entes históricos.