El Centro de Rehabilitación Psicosocial (CRPS) del Hospital San Juan de Dios de León cumple este mes de junio dos décadas
El Centro de Rehabilitación Psicosocial (CRPS) del Hospital San Juan de Dios de León cumple este mes de junio dos décadas
Miguel Yugeros: “Evaluar la gestión de la calidad en el sector sanitario es difícil y en salud mental lo es aún más”
El psicólogo y coordinador del Centro de Rehabilitación Psicosocial (CRPS) del Hospital San Juan de Dios de León, recurso ubicado en el número 2 de la calle Panaderos, asegura que “la ISO 9001 nos permite muchas veces anticiparnos a las diferentes situaciones que se pueden dar para eliminar posibles fallos, errores o riesgos”.
Miguel Yugueros Alonso (León, 1969) es licenciado en Psicología por la Universidad de Salamanca (1993), una carrera que eligió ante la necesidad de “ayudar a los demás en momentos bajos o difíciles de la vida”. Tras desarrollarse profesionalmente en Alfaem, actual Asociación Salud Mental León, entró a trabajar en enero de 2001 en el Centro de Rehabilitación Psicosocial (CRPS) del Hospital San Juan de Dios de León coincidiendo con su apertura.
El CRPS cumple este mes de junio dos décadas gestionando a través de un sistema de calidad avalado por la certificación ISO 9001. ¿Qué ha supuesto este sello para el centro y qué le ha aportado como responsable del mismo?
La ISO 9001 define los procesos e interacciones que intervienen en una actividad para lograr los resultados esperados de acuerdo con la política de calidad y la dirección estratégica de la organización. Evaluar la gestión de la calidad en el sector sanitario es difícil y en salud mental lo es aún más. A veces haciendo un buen trabajo, el paciente puede no valorarlo, porque en una fábrica de coches podemos hablar de piezas defectuosas en la cadena, pero en un CRPS como éste –el primero que se certificó en España con la ISO 9001- todo es muy subjetivo.
Hice un curso de formación en Valladolid antes de definir los procesos que intervienen en la atención a las personas con una enfermedad mental crónica, porque partíamos de cero, y establecer una serie de indicadores de calidad: encuestas de satisfacción, tiempo medio de acceso al CRPS desde la derivación, inserciones sociolaborales al alta… En un trabajo como el nuestro, la ISO 9001 te proporciona una estructura al delimitar las funciones de cada uno y te ayuda a pensar siempre en cómo hacer mejor las cosas desde ese enfoque de mejora continua. En este sentido, nos permite muchas veces anticiparnos a las diferentes situaciones que se pueden dar para eliminar posibles fallos, errores o riesgos.
En el año 2003, al poco tiempo de su incorporación, le llegó la misión de certificar el centro en ISO 9001. ¿Cómo lo vivió y cuáles fueron los primeros pasos?
El exgerente del Hospital San Juan de Dios, el hermano Ramón Castejón, fue quien empezó con todo este tema. Hasta aquel momento no había oído hablar de la norma y, tras la formación, tuvimos que prepararnos para la primera auditoría en un contexto de acciones correctivas, registros y protocolos. Ese fue el mayor esfuerzo. Luego ya ves que todo queda perfectamente especificado y que eso es muy útil. Y agradezco tanto a Luis Serrano como a Inés Valle su ayuda en este camino.
Veinte años dan para mucho. El CRPS se certificó con la norma ISO 9001:2000, pasó por la transición de 2008 y, actualmente, está bajo las directrices de la versión 2015. ¿Cómo ha sido la evolución del enfoque de calidad a lo largo de todo este tiempo?
En la nueva norma esa cultura preventiva ya está interiorizada y se da mucha importancia al contexto en el que te mueves, lo que sería el análisis ‘DAFO’ para explorar el entorno interno (fortalezas o debilidades) y externo (oportunidades o amenazas).
¿Recomendaría a otros responsables de centros o servicios similares certificarse en calidad? ¿Qué consejos les daría en base a su experiencia?
Aunque el tema del papeleo eche para atrás, porque es algo que lleva tiempo, lo recomiendo porque la ISO 9001 te aporta mucha información a la hora de tomar decisiones. Te permite ver si estás haciendo las cosas bien y cualquier profesional que se incorpore al equipo tiene por escrito sus funciones. Clarifica mucho las cosas.
El CRPS ha acompañado a cerca de 800 personas con enfermedad mental crónica en su proceso de recuperación en estos veinte años. ¿En qué consiste su trabajo diario con ellos y cuándo se considera que están listos para caminar solos?
Tenemos 20 plazas y los usuarios, que asisten de manera voluntaria, nos llegan derivados desde la red pública de salud mental. El requisito es que tengan un diagnóstico de enfermedad mental crónica grave y prolongada y que tomen el tratamiento prescrito que les permita seguir el programa de rehabilitación. Quedan desestimados los casos en los que confluya el consumo de drogas y/o que tengan conductas disruptivas que no les permita adaptarse a las actividades de grupo. Intentamos gestionar la lista de espera lo más rápido posible y, tras una valoración por parte del equipo, establecemos los objetivos dentro de cada uno de los diez programas con los que contamos. Y, en base a ellos, se desarrolla el Programa Individual de Rehabilitación (PIR) que va a marcar todo el trabajo con ellos tanto dentro como fuera del centro. Hay gente que en seis meses lo ha completado, pero otra tarda un año. El perfil de los pacientes que nos llegan es muy variado: hay universitarios con experiencia laboral, usuarios con familia… Según cada caso, se busca al alta que hagan alguna actividad ocupacional, que retomen su formación o que apuesten por insertarse en el mercado de trabajo de nuevo. Se trata de que no pierdan nada de lo que han ganado desde la necesaria conciencia de enfermedad.
El papel de las familias en la lucha contra el estigma que pesa sobre las personas con una patología mental es clave. ¿Echa de menos una mayor implicación?
No, están implicadas al máximo, porque de hecho no les queda otra. Las crisis y altibajos que tiene una persona con enfermedad mental afectan a todo su entorno. Normalmente son los padres los que están ahí. Es más complicado cuando no hay progenitores. En el programa de psicoeducación familiar les ofrecemos información, asesoramiento y apoyo individualizado. Les ayudamos a entender la enfermedad mental, con todo lo que supone, buscando su participación en el proceso rehabilitador y generando estrategias para que puedan afrontar mejor el estrés.
No obstante, este recurso de carácter ambulatorio está dirigido a mejorar la calidad de vida de los enfermos y potenciar sus habilidades sociales, al margen de descargar a las familias. ¿Cómo lo consiguen?
La terapeuta ocupacional (Alba Laso) se encarga de un programa de habilidades sociales que pasa por entrenar al usuario en la adquisición y/o recuperación de repertorios conductuales, verbales, paraverbales y cognitivos. Estamos hablando de saber cómo empezar una conversación o abordar un problema con alguien. Es volver a poner en práctica cosas que sabían hacer.
¿Qué rol juega el trabajo en equipo en un recurso de salud mental como el CRPS? ¿Y el trabajo en red?
Lo es todo. Si no se trabaja en equipo, no se puede trabajar. Al margen de Alba y de mí, hay dos monitores (Goyo González y Sacha Martín) y una trabajadora social (Laura Delgado). Tenemos que darle la misma orientación al PIR y no dar palos de ciego. Todos los días, a primera hora de la mañana, tenemos una reunión de coordinación. Con el resto de recursos de la red de salud mental de León hay línea directa, porque una llamada evita muchos problemas. Nosotros no tenemos psiquiatra, pero tenemos una comunicación muy fluida con el equipo de salud mental.
¿Y qué hay del voluntariado?
El voluntariado en el CRPS es relativamente reciente. Actualmente, contamos con una (Carmen) que acompaña a una usuaria que tan solo necesita que alguien tire de ella. Lo que le cuesta es ponerse en marcha, pero una vez que sale a la calle está encantada. Desde aquí aprovecho para invitar a todo aquel que esté interesado en ser voluntario a ponerse en contacto con Laura Abril, responsable de Solidaridad del Hospital San Juan de Dios de León: laura.abrila@sjd.es