La Minero, Endesa y el Ponfeblino (I)
Simplemente resta por explicitar ‒en el terreno de las repercusiones sociológicas y culturales‒ una nota epilogar al efecto de abordar el aspecto geoestratégico y de evolución industrializadora, aderezado con sus lógicas connotaciones de mejora social, apartado que se encuentra íntimamente ligado al descubrimiento y puesta en valor de las cuencas carboníferas. Por un lado, el hecho contrastado y sincrónico de una confluencia sinérgica de la utilización creciente del combustible fósil más abundante en Europa (el carbón), el impulso a los nuevos procesos siderúrgicos y la mecanización (gracias a la ampliación de la red energética) se revelaría a modo de fructífera coincidencia no aleatoria, lo que demostró prontamente unas enormes posibilidades de aplicación y progreso. Estas circunstancias se insertarían, por otra parte, a manera de condicionantes para que, una vez paliados los estragos de la II Guerra Mundial, se concibiera indiciariamente la idea de acuerdos comerciales y arancelarios (en 1950). Las negociaciones se desarrollaron restringida y regionalmente ‒a nivel continental‒ e inscribirían, a renglón seguido, en el Tratado de París (signado en abril de 1951). En esta tesitura se daba a luz a la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (C.E.C.A.), precedente preclaro e incipiente de la unidad de criterios económicos en la Europa Occidental, contemplando los Estados contratantes (ya en esta etapa inicial) esta asociación proactivamente y en función de potencial germen primario de la probable unificación de las diferentes Comunidades Europeas (alcanzada en virtud de los Tratados de Roma, firmados en marzo de 1957).
Por otro lado, la lucha por los derechos sociales, laborales y políticos fue una nota definidora, en líneas generales, en nuestro espacio relacional nacional o próximo (y, con una incidencia específica, en los complejos fabriles del Cantábrico y en los pozos carboníferos que acogían a una masa ingente de obreros en penosas condiciones, vgr.: el Grupo Hunosa o La Camocha). En este campo del sindicalismo vertical franquista ‒y de las justas reivindicaciones apenas esbozadas‒ cabe mencionar el supuesto y discutible comportamiento paternalista de los patronos de La Minero (y otras Compañías concurrentes y/o semejantes). Se refiere, en este hilo, la labor socializante y cohesionadora en sectores laborales y múltiples aspectos familiares sobresalientes: precios subvencionados en los economatos, soluciones habitacionales (poblados) y mansiones o viviendas adaptadas a las responsabilidades y prestigio de los directivos y hasta incluso de los cuadros superiores o facultativos en las cabeceras de comarca, la construcción de la Escuela de La Minero (reconvertida en el C.E.I.P., que prosigue en la actualidad), que se dotó bajo una adelantada concepción en la parcela correspondiente a la división arquitectural en instalaciones cómodas y espaciosas, conteniendo en su interior medios técnicos audiovisuales exclusivos en un marco comparativo equiparable,…, las retribuciones en especie (vale del carbón), la cobertura paulatina de algunas contingencias relativas a la previsión social, a través de un régimen de aseguramiento singular, la protección de viudas y menores (los famosos puntos), unos avances (sorprendentes en su momento) en materia de prevención y auxilios urgentes, proporcionados por brigadas especializadas, turnantes y permanentes, la habilitación de dispensarios médicos con materiales y aparatos adaptados de reconocimiento y análisis, las exenciones o bonificaciones versus el reclutamiento y cumplimiento de las obligaciones militares,… Y, sobre todo, es de resaltar el estímulo a la solidaridad y sentimiento mineros que desempeñó la constatación de una situación real y específicamente complicada, surgida a partir de la asunción de riesgos en un grado bastante elevado y la frecuencia de accidentes y siniestros impactantes, en períodos identificados con penurias de todo tipo y frente a derivas a veces perversas y adversas (insertos adicionalmente en un intervalo subsiguiente a un atraso procedente del pasado, acumulado en varios órdenes: económico, cultural, educacional,…). Eran los tiempos más duros de posguerra, caracterizados por carencias generalizadas en el seno del pueblo llano, en contraposición insultante al goce de una minoría selectiva o clase privilegiada.
En contrapartida, valorando la cara negativa de la política expansiva de La Minero, hace falta cohonestar su vorágine adquisitiva ‒no siempre por imperativos mercantiles o necesidades perentorias‒ con las restricciones urbanísticas detectadas posteriormente. Y, ante todo y con mayor incidencia, esta constricción se evidenciaría de forma más aparente en las localidades de mayor concentración de movimiento y transacciones comerciales: Villablino y la urbe ponferradina. Así, al final de todo un periplo plagado de consolidaciones y avatares existenciales varios, estas adquisiciones accesorias o colaterales impedirían, hasta un punto determinado, unas cotas superiores de ambición en la planificación urbanística racional en ambos enclaves y en algunos sitios particulares, “ociosamente” ocupados.
ENDESA:
La compañía, inscrita en 1944 con los parabienes del poder político (librando el decreto preceptivo ad hoc) y la aquiesciencia del régimen, se distinguió con el acrónimo primario de Enesa (Empresa Nacional de Electricidad, SA). El capital con que se dotó, en su despunte financiero, ascendió a 137 millones de pesetas y se concibió con una finalidad de construir ‒y habilitar convenientemente, manteniendo en condiciones óptimas‒ los saltos de agua, centrales hidráulicas y una central térmica (programadas en su conjunto y diseñadas preliminarmente).
Llegaría efectivamente a nuestra comarca en el año 1946 y se localizaría en los aledaños de la Fuente del Azufre (Compostilla I, cuyo inicio ‒con operatividad plena‒ cabe fijar en el ejercicio de 1949). Esta instalación precisaba asimismo la construcción de un embalse (sustentado por un ingenioso circuito cerrado), con un aporte de 8.000 litros/s. Ante esta contingencia (y ante la dificultad que podían conllevar los intensos estiajes, en caso de futuras ampliaciones) se pensó en una obra monumental, pergeñada gracias a un importante impulso inversor público: el acondicionamiento de un pantano (Bárcena), de grandes proporciones, que albergaría 400 millardos de litros de agua (ateniéndose a su original proyecto y contabilizando los conductos derivados: canales, acequias, presas,…). Las pruebas preliminares de llenado y demás comprobaciones se realizaron en junio-julio de 1949. Sus características, por otra parte, son relevantes comparativamente: 8.000 litros/s de desagüe a pleno rendimiento (e idéntica posibilidad cuantificada, en un caso de evacuación indispensable normalizada), soportando avenidas de hasta un rango máximo de 1.200 m³/s,…
La época de escasez y de una autarquía forzada, parcialmente inferida desde el exterior, obligaba a actuar decididamente y, a causa de unas razones contundentes y comprensibles, el país exigía ubicar cerca de los yacimientos (que atesoraban vetas ricas de carbón) un tipo de centrales termoeléctricas consideradas imprescindibles. Y de esta guisa la acción más conveniente a llevar a cabo, con celeridad, se asimiló a través de la instalación de una planta (Compostilla I), premiosamente inaugurada por las autoridades (oficialmente, a comienzos de los años 50). Su sustituta, de dimensiones considerables en su tiempo, se crearía al remate de los años 60 y vino a constituir “un paso enorme” en parámetros tales como la generación para la exportación, transporte asociado y distribución de energía eléctrica a la red integrada estatal. Es todavía la segunda de su género más potente de España, tras su similar de As Pontes de García Rodríguez, funcionando con regularidad desde el año 1972. También hace falta reseñar que, para solventar sus necesidades en materia de refrigeración (dos torres), hubo que servirse de una novedosa infraestructura clave: el embalse de Bárcena. Entre sus pormenores técnicos más ostensibles figura la altura de su par de torres o chimeneas de expulsión de gases: 270m y 290 m, respectivamente.
El porvenir de la susodicha Térmica de Cubillos no se intuye, sin embargo, nada halagüeño. Su paso a manos privadas, dependientes del Gobierno italiano, es uno de los motivos principales. A tal planteamiento se ligaba uno de mis comentarios, a título de interpretación de una perspectiva negativa y en conexión con las intenciones de Enel (Ente Nazionale per l´energia elettrica):
“Los últimos movimientos accionariales y toma de control por Consejeros italianos inducen a sospechar, con suficiente probabilidad de certeza, que se va a deslocalizar Endesa, empresa berciana fundada en 1944. Ejemplos claros ya están demostrados en esta dirección: los prometedores planes de nuestra Eléctrica han sido frenados en seco, los diseños de la multinacional italiana son otros, se han rebajado las expectativas por lo que atañe a inversión, a Investigación y Desarrollo, se han aplazado compromisos incrementando el período de conclusión,… En definitiva, la Central de Compostilla II dejará de ser fundamental en la estrategia de futuro del “holding” italiano”.
LA AUTARQUÍA:
El régimen de la dictadura, enfrentado a un aislamiento internacional notorio y a un duradero ostracismo, procuraba sobrevivir utilizando la estrategia de explotar o contemplar prioritariamente todos los recursos endógenos. Nuestra dependencia palpable del petróleo era ya reconocida y peligrosa: por ello se buscaba priorizar la contribución de nuestros combustibles fósiles (el carbón) y la autosuficiencia y popularización del uso de la electricidad. En este propósito apenas se avanzaba en principio, debido a la continua fase de avances medrosos (que, sin embargo, sí se consolidaría y afirmaría de forma relevante durante los años sesenta). Pero, debido a las consecuencias transitoriamente intensas en la concreción de los diversos Planes de Desarrollo programados, hubo sectores o terrenos sociales en los que se patentizaron con más inmediatez sus repercusiones, vgr.: en la obra pública y, sobre todo, en el campo de la proliferación de esfuerzos dedicados a la producción eléctrica y a la implantación de áreas de regadío compartidas. A tal menester se consagrarían los tecnócratas y así se explica la dotación preferente de contenido y competencias delegadas al Instituto Nacional de Colonización (sustituido a continuación por el de Reforma y Desarrollo Agrario o IRyDA), que pugnaba por incrementar el rendimiento de los cultivos, e incluso (en ciertas áreas privilegiadas) por comenzar a subvencionar y promocionar su recolección y proporcionar sincrónicamente ayudas con vistas a su incipiente exportación. En nuestros pagos es de rigor aludir a su implicación en la localidad de Posada del Bierzo (Carracedelo), sin obviar tampoco otras actuaciones menores o más restringidas y/o especiales (por ejemplo con respecto al pseudomonopolio del tabaco).
Este apartado histórico se atiene, grosso modo en nuestro territorio, al transcurso de una época de aumento paulatino de la riqueza en España y una visión de un monocultivo hullero estratégico, trufado o diversificado mediante otras aportaciones interesantes mas sin una contribución determinante ni peso porcentual aceptable en las zonas concernidas (aparte de la minería no metálica en algún modo ‒la pizarra‒ y la agricultura tradicional, en la tesitura de nuestra comarca). En cuanto a la modificación demográfica del siglo recién concluido, se comprueba también ‒de manera notable‒ la influencia del componente industrial y de edificación y del sector relativo a la obra civil privada y pública o gubernativa (en detrimento de la actividad primaria). También La Minero intentó diversificar en sus principios sus ingresos con la intervención en la generación de energía hidráulica, aunque después hubo de obviar su expansión a causa de la competencia que le planteó la llegada de Endesa al Bierzo. En 1945 se adivinaba coyunturalmente una posible y nítida colusión entre la empresa transformadora y el conglomerado minero, manteniéndose e incrementándose este vínculo en instantes decisivos, aunque a riesgo de incurrir en una colaboración simbiótica. En este dominio solidario se consolidaría la sociedad carbonera, dependiendo en último término de la trayectoria oscilante de la multinacional eléctrica.
LA “DESNATURALIZACIÓN” DE LA MINERO SIDERÚRGICA:
Este proceso no guarda relación con las tareas o aprovechamientos tópicos asociados (el reparto de carbón a una clientela variada, la prestación de medios a fin de desplazar mercancías o mineral provenientes de otros contendientes, la compatibilidad con el servicio de viajeros y correos o la facturación de envíos,…) sino con la eliminación o cese de la explotación siderúrgica (que comportaba el hierro del Coto Wagner) en 1982, la huida hacia adelante mediante la compra de sociedades sin viabilidad ni expectativas de reflotación o beneficios y, en un ensayo poco sensato, la derivación de recursos a otras facetas inversoras: construcción y obras, a veces en un plano concesional o prestacional, trabajos de tecnificación,…
EL FERROCARRIL “DE VÍA ESTRECHA”: GENERALIDADES.
Ya se resaltó en otro capítulo la proverbial premura con que se contempló esta infraestructura vital de comunicación, que derivaría en la formulación de un precautorio arrumbe de trabas burocráticas y administrativas, que se erigían en forma de otros tantos obstáculos para el transporte de la materia prima a extraer. Adquirían también la categoría de lastre apreciable las dificultades añadidas que comportaban los accidentes geográficos presentes en el Valle del Alto Sil y, coadyuvando en un plano adverso, se topaba con la falta tradicional de una comunicación o continuidad viable a través de Asturias y con destino a algún puerto adecuado (problema que se trató de abordar a veces, pero que no se solucionaría nunca). Debido a esta cortapisa previa, se pensó en unir la capital del Bierzo (habilitando una Estación en Ponferrada, aledaña a la preexistente y propiedad de la entonces Compañía de Caminos de Hierro del Norte) con la cabecera de la comarca de Laciana. En este anhelo, el reputado empresario D. Pedro Ortiz y Muriel se haría acreedor de un permiso exclusivo con el objetivo de construir una línea férrea de 61,2 km (tomando como eje básico el cauce fluvial limitante y orientador y sumando, en un término corto y sucesivo, casi 3km a mayores en una corrección o modificación en dirección a San Miguel-Villager). No se tardó tampoco demasiado en proponer dos subsiguientes bifurcaciones demandadas con intensidad, ante los comprobaciones de la procedencia inaplazable de su ejecución: en función de otras dos zonas con abundantes recursos detectados y explorados (Villaseca, al este, y Caboalles de Arriba, al oeste). Con semejante trazado, es preciso denotar las transformaciones y modificaciones puntuales sucesivas, a lo largo del tiempo, exponentes importantes de las cuales serían las adaptaciones del trazado habidas por cambios en los contornos de los embalses o pantanos de Bárcena, Las Ondinas y Las Rozas.
Marcelino B. Taboada