Las historias de La Paramera, El Tropezón y La Puebla abren las jornadas «Hierro y carbón en el noroeste ibérico»
Los mapas no son únicamente instrumentos útiles para la aprehensión de relaciones espaciales, también son testigos de la evolución en el tiempo de las sociedades humanas; y con el paseo por el testimonio de estos abstractos estratos ha comenzado esta mañana Vicente Fernández Vázquez, «Tito», su conferencia sobre el impacto de la Minero Siderúrgica de Ponferrada en el urbanismo y la arquitectura de la ciudad. La capacidad explicativa para con los cambios espacio-temporales que proveen las cartografías y los planos ha resultado tal que parecía, el propio conferenciante lo ha dicho, que todo lo anterior había sido innecesario cuando ha llegado la hora de mostrar el definitivo, el que representa el espacio de los terrenos de la M.S.P. en relación al resto de la ciudad ya expandida en su contorno antes de que se avanzara en el proyecto de urbanización del barrio de La Rosaleda, «Donde tú quieres vivir» -que rezaba la propaganda institucional sobre el mismo-; para el conferenciante, la ocasión perdida de conectar la ciudad y sus barrios.
Fernández ha mostrado un gran conocimiento de la historia de la ciudad ante un público de algo más de cincuenta personas entre las que se contaban autoridades pasadas, presentes y tal vez futuras tales como el ex-alcalde Samuel Folgueral, la actual Concejal de Cultura, María Antonia Gancedo, y el Presidente del Consejo Comarcal, Gerardo Álvarez, así como el líder de la oposición en el Consistorio ponferradino, Olegario Ramón. La cita con la historia de El Bierzo y su capital ha tenido un marco inmejorable: la recién bautizada Sala Julio Lazúrtegui del Museo del Ferrocarril, donde se albergarán más charlas y una exposición sobre el industrial vizcaíno y la que fue su segunda patria leonesa de aquel tiempo. La llegada de Lazúrtegui marcó, según el conferenciante, Vicente Fernández Vázquez, un antes y un después, ya que es entonces que, en términos urbanísticos, cabe hablar de «ciudad» para referirse a lo que antes eran las calles de la zona alta y de un Barrio de San Pedro todavía sin desarrollar.
El concepto de «ciudad» en urbanismo, ámbito categorial en el que ha desarrollado su explicación el conferenciante, hace referencia a núcleos de población en los que la «densidad» (el número de habitantes por metro cuadrado) es alta -y en torno a los problemas derivados esa alta densidad y la solución de los mismos desarrolla esta disciplina sus diagnósticos, técnicas y propuestas-. De ahí que aunque hubiera referencias a Ponferrada ora oficiales (títulos, como el de villa), ora vulgares (cuando se hacía referencia a ella como «ciudad»), no es hasta la década de los 40 y 50 que puede entenderse como tal desde el punto de vista del urbanismo. Y es que durante esos años, según el conferenciante, Ponferrada fue, en términos relativos, la localidad de la Península Ibérica que más aumentó la población debido a múltiples factores en los que la M.S.P. tendría un protagonismo hegemónico, con la resultante (bien cartografiada) en la distribución de esas nuevas poblaciones que es consecuencia de las 240 hectáreas de las que se hace propietaria dicha sociedad: los precios de las casas en La Puebla suben aun a pesar de crearse zonas de alta edificabilidad y, al no poder haber continuidad, los inmigrantes más humildes van instalándose, centrifugados, en Cuatrovientos, La Placa y Flores del Sil.
Saliendo del campo semántico de la técnica urbanística, Fernández ha acudido a diversos testimonios escritos de la época que se refieren a los terrenos de la M.S.P. como «la paramera» (en referencia a su aspecto de páramo, pantanoso incluso a veces, sin civilizar); y recurriendo al recuerdo personal de infancia ha comentado como el tránsito en autobús desde El Tropezón (nombre dado originalmente al núcleo de población que hoy conocemos como «barrio de Cuatrovientos») se hacía a través de una carretera arbolada, sombría y presta a alimentar los fantasiosos miedos de un niño…
La charla no ha sido ni mucho menos parca en elogios hacia alguien que en la historia de la ciudad tiene una importancia enorme: José Martínez Mirones, arquitecto municipal que viene de Cantabria y de cuyo cuño cuentan multitud de edificios en toda Ponferrada. Mirones, quien -en opinión de Vicente Fernández- merecería una calle, no fue un arquitecto que trabajara solamente en en el ámbito privado, sino que se le encargaron diversas operaciones urbanísticas, a modo de «ensanches», como el planeado en torno al edificio del Mercado de Abastos. En este plan (y, según Fernández, «lo importante es la idea, luego la ejecución…») se pintó sobre el papel un barrio de calles anchas de hasta 12 metros y viviendas de altura máxima dos plantas; pero, a la hora de llevarlo acabo, se estrecharon los viales y se aumentó la edificabilidad -por lo que la gestión del factor «densidad» no fue el oportuno, ha argumentado el conferenciante. En cualquier caso, en José Martínez Mirones cabe señalar, según Fernández, una figura que intentó «introducir algo de modernidad en la arquitectura» y urbanismo de la capital berciana, con diseños a veces racionalistas y modernos y con obras dotadas de mayor grado de adicción al gusto oficial de la época.
Entre 1930 y 1957, Ponferrada tuvo a bien recibir la visita profesional y consecuente intervención en su paisaje urbano de numerosos arquitectos, afamados en la época, de Vigo, La Coruña, León, Oviedo o Santander. Nombres como Moltó, Mendoza Ussía, Cabanys, Torrente Aguirre inciden en la apuesta a veces racionalista a veces historicista que va llenando las calles de Ponferrada de elementos con el carácter y peculiar belleza que aun hoy lucen en la que fue en sus tiempos «la ciudad del dólar».
La M.S.P. es un sujeto histórico imprescindible para rastrear el mapa de los cambios sociológicos y materiales de la capital de toda una región que se desparramaba, con sus carreteras, a Orense, Coruña y Asturias (existieron también dos líneas de buses, la Ponferrada-Carbillanes y la Ponferrada-Becerreá, que dan la imagen de magnetismo radial y el tono de metrópoli que otrora tuvo la urbe del Sil y el Boeza). El legado de la M.S.P., los elementos de aquella paramera son perfectamente visibles todavía hoy en tres zonas: la del parque del Temple, con la Casa-Hotel, las viviendas para ingenieros o del guarda del parque; las distintas construcciones en la Avenida de los Escritores (en una de las cuales se realizó la conferencia); o el poblado de trabajadores de Flores del Sil, por mencionar sólo construcciones sitas en Ponferrada.
El edificio de la casa-hotel, después Conservatorio y ahora Comisaría de Policia, de corte regionalista con influencia extranjera (que, según el conferenciante, guarda parecido con edificios de la provincia de Santander), sería uno de los símbolos de esa época, presente ya en las crónicas sociales de aquella contemporaneidad. Sobre el edificio de ingenieros, Fernández no ha dudado en criticar la intervención artística reciente, que ha calificado de «disparate» aunque, no falto de humor, ha dicho que «tiene solución: con cal». Para el ponente, un edificio se define por el concepto de espacio que propone, para lo cual la fachada es esencial (y, en este caso, debería ser blanca). La casa del guarda, que tiene 48 metros cuadrados, simboliza también lo avanzado de la M.S.P. y su aportación a la ciudad si se entiende que las casas de protección oficial de aquella época se planeaban sobre los 32 metros cuadrados. El hospital de la M.S.P. o el colegio (hoy Valentín García Yebra) también fueron escrutados por Fernández en la charla, que se quedó corta para que el conferenciante pudiese compartir toda su vasta erudición.
Por último, Fernández proveyó a los asistentes de una simpática crónica en la que narró la relación entre las 394 viviendas de Flores del Sil y la Iglesia de San Pedro. Esta última, comentó Fernández, se acabó yendo de presupuesto, dada la fastuosidad que se le pretendía, similar a la catedral de San Sebastián. La ciudad del dólar, por desgracia, no dio pagado tamaño ensueño y el proyecto hubo de rebajarse en sus pretensiones y la financiación buscarla… en Madrid. Se consiguió apoyo del Ministerio, eso sí: a cambio de que se construyeran una serie de viviendas que serían el poblado de Flores del Sil. La iglesia se terminó y su titularidad permanecería estatal hasta principios de los 80, cuando el difunto Presidente Suárez la entregaría al obispado.
En resumen, la charla fue un paseo por la historia, los mapas y las mutuas explicaciones que se aportan unos y otra sobre muchos elementos presentes en la vida cotidiana de los habitantes de La Puebla y de Ponferrada; piezas que pasan inadvertidas por habituales -y más aún la entidad que las creo o empujó: la que hoy sería centenaria M.S.P.-. Con la conferencia de hoy, se abren unas jornadas sobre «Hierro y carbón en el noroeste ibérico» y una exposición en la sala Julio Lazúrtegui que se puede visitar gratuitamente en el horario habitual del Museo del Ferrocarril (de 10 a 14 horas por las mañanas y de 16 horas a 19 por las tardes). La visita a este museo es, al completo, gratuita los miércoles.