Más de 1.200 personas disfrutaron de los combates

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El mundial de K1 y Muay Thai reunió en Ponferrada a más de 1.200 personas, entre equipos competidores y aficionados. La mayor parte fue público local, atraído por su interés por el deporte y el bajo precio de las entradas, 15 euros en venta anticipada para un espectáculo que duró desde las ocho de la tarde a bien entrada la madrugada.

El Pabellón Universitario de Ponferrada contó con una gran asistencia de público

Los espectadores ocuparon las gradas y el suelo del Pabellón Universitario de la capital berciana. En las mesas, un amplio servicio de cátering sirvió la cena y bebidas a los que adquirieron estas entradas, de mayor precio al incluir estos servicios. En las gradas, banderas regionales y nacionales, así como camisetas, sudaderas y cartelería de distintos clubes, portadas por aficionados y amigos y familiares de los luchadores provenientes de diferentes partes. Los más frescos y entusiasmados: gallegos y asturianos, que aplaudieron la organización de este evento tan cerca de sus casas.

[Los miembros del Esparta Team de Tomiño, en Pontevedra, acudieron a disfrutar de la competición, muy bien organizada en su opinión.]

[Los visitantes gallegos de Orense, marcando su territorio.]
Uno de los grupos más numeroso y animado de foráneos fue el del Gym Olympos de Orense, integrado por unas 50 personas. Ellos no pudieron celebrar la victoria de su luchador, Manu Míguez, pero aseguraron que el campeonato estaba siendo una «buena experiencia», aunque «mellor facelo en Ourense» sugirió el más entusiasmado de ellos. La típica envidia sana que despierta El Bierzo en sus vecinos.

[Dos de los aficionados orensanos en sus labores de avituallamiento.]

[Pancarta de apoyo a Unai Cabo.]
También fueron muchos los desplazados desde Sestao, miembros del Kwoon Shaolín, para animar a Unai Caro, que se proclamó campeón ibérico.

[Miembros de la afición de Sestao.]
Los vizcaínos mantienen buena relación con Diego Vázquez y el gimnasio Mamba de Ponferrada, ciudad que ya conocían y que les gusta, dijeron, por su gente… y por la comida (el mejor elogio que te puede hacer un vasco). Tras más de 4 horas de viaje de ida, y las que les quedarían de vuelta, no dudaron en calificar la celebración en El Bierzo de este mundial como «todo un logro al ser un deporte poco conocido». «Es la ostia», resumió Olaia, la novia del campeón Unai.

[Familiares y amigos de Carlos Cohello venidos desde Cádiz.]
La historia de Carlos Cohello es una historia de lucha y viene acompañada de otras iguales, por lo que las 12 horas de bus nocturno no fueron un impedimento para que sus más allegados se plantaran desde Cádiz en Ponferrada. Por el día habían visitado Ponferrada y comido un caldo «buenísimo» en un conocido restaurante de la Plaza del Ayuntamiento. Por la tarde, los nervios se transformaron en una enorme alegría con la victoria de Cohello.

Los equipos de los verdugos de Tito Macías y Cristan Torres, contentos con Ponferrada

[Deian Pavic, el entusiasta entrenador serbio.]
Los serbios, que se llevaron el último de los títulos en juego apeando a Torres, viajaron a Ponferrada bajo las órdenes de Deian Pavic, el entrenador de Alexander Makarovic. Para él era la segunda ocasión en la que visitaba España, tras una visita a San Sebastián. Dijo no temer el factor campo porque su luchador venía muy bien preparado, y el segundo round le dio la razón para disgusto de la grada berciana. Sobre la ciudad señaló que la suya, Smederevo, tiene una fortaleza junto al río parecida… pero mucho más grande. En lo deportivo, la fortaleza de Torres no fue suficiente para evitar que el cinturón de campeón del mundo viajara de vuelta a orillas del Danubio.

[Furio y Luca Cecceti con el cinturón de campeón.]
Luca Cecchetti, que apeó a Tito Macías de la gloria, volvió a proclamarse campeón del mundo. El luchador, contó su padre, Furio, mostró desde que era pequeño interés por los deportes de combate, convirtiéndose muy pronto en cinturón negro de karate. Ahora, el triple campeón del mundo de K1 deberá resolver un problema en una de sus manos y, tras el consecuente reposo, volverá a tener un nuevo encuentro. Los italianos se van relajados y victoriosos de Ponferrada, una ciudad que encontraron «bellísima», dijo Furio, tras un mundial cuya organización calificó de óptima.

 

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