OTERO DE TORAL/ El ancestral centinela que vigilaba el camposanto, ya viejo y ajado, sucumbió ante los embates de las últimas inclemencias meteorológicas.

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El luctuoso suceso acaeció este pasado fin de semana, en la noche del sábado al domingo (fecha del sorteo de lotería navideño, como premonición), tras las intensas ráfagas de viento que desencadenó la última de la serie de tres borrascas (Daniel, Elsa y Fabien) anunciadas por los servicios que avisan de esos fenómenos atmosféricos. Es decir, no sobrevivió al temporal, a pesar de acumular una amplia experiencia (o, tal vez precisamente, debido a esta circunstancia excepcional: una longevidad de más de medio millar de años).

Su rareza procede de los parámetros que la definían entre los elementos arbóreos plasmados dentro de la categoría denominada “árboles monumentales, a modo de “ejemplar” raro o único:

Incluida en el registro específico epigrafiado como Catálogo de Especímenes Vegetales de Singular Relevancia de Castilla y León, la encina suponía un emblema de la zona en que se encontraba enclavada. La ficha técnica alusiva indica que su apelativo se halla asociado al paraje en que se halla ubicada y sus dimensiones son notables: su perímetro, medido a la altura de un metro, alcanzaba casi los 6 metros; el diámetro máximo de su copa abarcaba unos 8 metros. Además, su porte o alzada ascendía a los 20,5 metros y el diámetro completo o total de la referida copa llegaba a los 24 metros”.

Se ha de señalar y patentizar que la preocupación por su estado de salud de diversos grupos e instituciones, durante el presente siglo, ha resultado mantenida y constante. Los precedentes problemas planteados, propios de su senectud, se sustanciaron grosso modo en los siguientes avatares: en el año 2001 se produjo también un episodio de vientos huracanados, que provocaron la caída de varias ramas y una subsiguiente actuación de urgencia a fin de paliar los destrozos ocasionados; todavía más grave, en el año 2009, se detectó una gran fisura en su tronco que fue necesario tratar con un cuidado especial (lo cual fue criticado, en algunos términos y detalles, por la Asociación Bierzo Natura y otros colectivos conservacionistas de entonces). A mayores posteriormente, ante el progresivo deterioro del árbol, el Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Comunidad procedió a una tala y acondicionamiento que fue puesto en cuestión por determinado sector de la población de la susodicha localidad toralense.

Se pretextaba en este aspecto la escasa sensibilidad apreciada en una obra (la de dotación del suministro de agua): “en el momento de prestar el servicio de abastecimiento de agua al cementerio se efectuó un corte de raíces de la parte norte, fundamentalmente prescindible. Este hecho provocó que una rama de tamaño considerable cediera, después de virar y girarse hacia la orientación nordeste (lo que inestabilizaría el conjunto). Así, la deriva tomada empeoró la situación hasta el punto de que el técnico encargado al efecto de la Universidad de Valencia determinó, una vez realizado un exhaustivo examen, que el mal menor se lograría eliminando la mencionada y rebelde rama”. Las consecuencias del daño se saldaron con un resquebrajamiento longitudinal en una relativamente importante extensión o trayecto de su talle.

Coetáneamente, se creó un grupo en las redes sociales (“Salvemos el Xardón de Peruchínla encina de Otero”) al objeto de sensibilizar al movimiento ecologista, y ciudadanía en general, en esta tarea de supervivencia natural. Se hacía hincapié, entre otros ámbitos, en el cívico para evitar comportamientos reprochables: se relataba la organización de fiestas o bacanales en sus cercanías, la práctica de “plantar fuego” en su oquedad vacía, miccionar en su interior o los arranques vandálicos de corteza.

EL COMPONENTE LEGENDARIO O DEL IMAGINARIO COLECTIVO:

Llama poderosamente la atención el nombre biológico adoptado. Nuestros antepasados remotos, según la tradición popular oral, nos legaron una nota hagiográfica. Conforme a su narración, el Xardón del Peruchín se trasplantó desde otro lugar no demasiado alejado: la parroquia o pedanía de Otero (Ponferrada). En esta justa ubicación se construyó antiguamente la iglesia románica de Santa María de Vizbayo (citada a partir del el s. XI). Es admitido que, de su seno, se rescató la Virgen de la Encina (excelsa y venerada patrona de El Bierzo).

Solamente nos resta un consuelo que contrarreste la ausencia de tal exponente señero, recién desaparecido del cementerio: su óbito no es en balde porque su joven y filial retoño, en el mismo recinto, augura que sus 20 años de hogaño le permitirán ostentar la distinción de multicentenario (aunque a la mayoría de los presentes no nos sea otorgado comprobarlo).

¡Que los muros del espacio sagrado, sobre los que reposa el cuerpo de tan formidable “Quercus Ilex”, atestigüen sempiternamente semejante proeza!

                                                               Marcelino B. Taboada

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